Etica de la Información: Dialogo moral sobre la economía apalancada por TI

Autor: Vasant Raval, DBA, CISA, ACMA
Fecha de Publicación: 13 June 2016
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Nos enfrentamos a cuestionamientos morales en cuatro “esferas”, o roles: como persona, como agente económico, como líder en una compañía y más allá de los límites de una organización.1 Aunque el mundo del trabajo ha existido por un largo período de tiempo, quizás desde los inicios de la existencia humana, la idea de un negocio como una esfera separada se materializó sólo cuando los roles de trabajo se hicieron más evidentes y estructurados, como en la sociedad agrícola, luego en la era industrial y, más recientemente, en la economía del conocimiento. El diálogo moral en la esfera de una organización, dentro y fuera de sus límites es más reciente que el diálogo en el rol de una persona en su vida privada. A medida que la economía sigue evolucionando, las sutilezas, si no el carácter del dilema ético, toman nuevos colores. El propósito de esta columna es explorar los cuestionamientos morales en la nueva economía dominante en tecnología.

Al lidiar con la ética de las organizaciones a menudo somos guiados por la tesis de separación de Freeman,2 que dice que la gente tiende a tratar de manera distinta y separada un mismo asunto como una decisión de negocios que como una decisión moral. Quizá el nivel de confort de quien toma las decisiones es alto cuando ambas son tratadas por separado. Sin embargo, pese a cuanto esto simplifica el ejercicio, la discreción simplifica al igual que marginaliza la incertidumbre y distorsión de la ética.3 Un orden natural para tratar el tema debiera ser un debate conectado, concurrente e integrado tanto en los asuntos éticos como en los de negocios.

Quizá era más fácil en el pasado separar una decisión de negocios de su lado ético. Pero en la mayoría de los casos esto ya no es posible. Una decisión tiene consecuencias éticas y, en ocasiones, lidiar con esas consecuencias éticas puede resultar en una reconsideración de la decisión de negocios.

Como si esto no fuera suficientemente complicado, el escenario de decisión se torna aún más desafiante cuando tomamos en consideración las implicancias sociales. Si una organización hipotética estuviera completamente aislada de la sociedad, las consideraciones éticas probablemente tendrían límites bien definidos. De todos modos, la inevitable presencia de la sociedad en el fondo pesa bastante en el terreno moral. En el pasado, el impacto de un negocio en la sociedad probablemente no era tan plausible, pero en las décadas recientes, el reconocimiento de que la ética de una entidad de negocios podría impactar la sociedad es evidente. Los negocios deberían – y muchos de ellos quizá lo hacen – proyectar una conciencia ética para traer a la sociedad a sus decisiones consecuentes. Desde contaminación ambiental hasta agua contaminada con plomo,4 una entidad económica ya no puede descartar los hilos sociales en su tejido moral.

Negocios, Sociedad y Tecnología

En el pasado, la tecnología era a menudo visualizada bajo la forma de un artefacto, una idea, un producto o un proceso. Es poco probable que la invención de la rueda o la imprenta se hayan llevado a cabo en la total ausencia de consideraciones explícitas de sus consecuencias morales hacia la sociedad. Hubo una separación de la tecnología de su potencial uso en la consideración de la ética. Incluso las consideraciones económicas de las consecuencias éticas de un artefacto fueron neutrales o socialmente controladas. Desde esta perspectiva, uno tiende a pensar en la tecnología o en su artefacto como algo de valor neutro. Por ejemplo, uno puede discutir que una imprenta es de valor neutro y su valor al utilizarse depende de sus usuarios.

En realidad, sin embargo, las innovaciones tecnológicas influencian a la sociedad y a menudo le dan forma al comportamiento de la humanidad en el tiempo. Por lo tanto, “la asumpción que los artefactos (de la tecnología) están separados e incluso fuera de la influencia de humanos o completamente dentro del ámbito de los deseos humanos, hace que se pierda la intersección de la sociedad y tecnología donde ambos no están separados”.5 De hecho, las innovaciones tecnológicas de décadas recientes han sido sobrecargadas de valor para la sociedad y, como consecuencia, la intersección de la sociedad y la tecnología se ha vuelto un componente crítico del análisis ético. El ejemplo más gráfico de esto es el juego que se produce entre los derechos de privacidad y el deseo de reunir a la gente a través de una plataforma determinada como Facebook.

La interconexión de la sociedad y la tecnología es a menudo incubada en los negocios, donde la investigación y desarrollo de tecnología – especialmente investigación aplicada– produce vías para futuros flujos de caja. Las motivaciones para empresas como Facebook, Twitter y LinkedIn son originadas en aplicaciones de negocios específicas de tecnología, aunque las tecnologías más amplias podrían tener su nacimiento en otras partes (por ejemplo, Universidad de Stanford [California, EEUU] o el Instituto de Tecnología de Massachusetts [MIT], EEUU). Uno podría suponer que es el negocio el que debiera tomarle el peso a los poderes de la tecnología (con la que está jugando) en la sociedad como un todo, tan adelante en el futuro como sea posible. De este modo, la triada de negocios, sociedad y tecnología es a menudo guiada por lo que hace un negocio o una industria en el espacio tecnológico.

Poniendo al mundo corporativo a cargo de asesorar los dilemas éticos no carece de riesgo. La tesis de retardo cultural de Ogburn ayuda a explicar este rompecabezas. Según Ogburn, la cultura material avanza más rápido que la cultura no material.6 Los avances en tecnología pertenecen a la cultura material, mientras que las consecuencias éticas de la tecnología residen en la cultura no material. Luego la aplicación de la tecnología a través de productos ocurre mucho más rápido en la cultura material que el diálogo moral sobre el uso de la tecnología en la cultura no material (figura 1). En un examen para saber si la tecnología ha introducido nuevos problemas éticos, Marshall establece que, y yo estoy de acuerdo, que el retardo cultural ahora parece haberse acelerado en gran medida.7

Marshall sugiere por qué los sistemas éticos tienen un retardo frente al desarrollo tecnológico. El mundo material se mueve rápido por tres razones:

  1. Concentración de equipamiento, recursos e información en la investigación uni-propósito y eficiencia del desarrollo (por el bien de los objetivos económicos).
  2. La carrera por conseguir patentes y poner productos en el mercado primero.
  3. El descubrimiento y aplicación de leyes naturales del mundo físico, las que pueden ser diseñadas en ambientes controlados, experimentales (carente de cuestionamientos morales).

Y el desarrollo de sistemas éticos es más lento porque:

  1. El desarrollo de directrices éticas no es llevado a cabo en un ambiente controlado.
  2. Puede no haber una recompensa económica directa para la introducción de una perspectiva ética dominante.
  3. Las fuerzas sociales que un sistema ético buscaría influenciar no son tan controlables como los aspectos físicos del mundo.8

Una vista balanceada también sugeriría que los líderes corporativos no pueden necesariamente anticipar en forma bien adelantada la influencia social y los cuestionamientos morales subsecuentes relacionados con el “genio” tecnológico al que le permiten salir de la botella a paso veloz. Agravando el asunto los problemas que rodean el uso –o mal uso- de tecnología descansan en la ausencia de entendimiento de las inherentes dimensiones sociales y morales de la tecnología.9

Repensando el Dilema Moral

Claramente, hay fuerzas de la tecnología en desarrollo actualmente que hacen de ella más que un socio durmiente en el panorama de la ética. Así es como esto ocurre.

Mientras algunas innovaciones en las tecnologías de información provienen del software y del hardware, el contribuidor más visible en estos días es la comunicación electrónica.

Desde el surgimiento de Internet, mucho ha cambiado gracias a las innumerables opciones de hacer las cosas remotamente. Esto incluye innovaciones en las categorías de outsourcing en otros continentes, computación en la nube, redes sociales, dispositivos móviles, comunicaciones de campo cercano, y el Internet de las Cosas. La conectividad global y el acceso desde cualquier lugar, en cualquier momento proveen la energía de alto octanaje no sólo para superar los negocios de ladrillo-y-mortero, sino para desempeñarse de forma aún más impresionante. Bancos en línea sin presencia de una sucursal física; uberización; juegos y animación; YouTube, Whatsapp y otras redes para amigos y familia; cadenas de suministros con nueva forma por el sistema de entrega de drones; y autos sin conductor –estos son algunos pocos ejemplos de cómo los modelos de negocios están siendo puestos de cabeza. El mundo material domina la escena e impone un sentido de urgencia.

Todo aquello que es puesto en internet –una red de redes levemente conectada– acerca la presencia virtual de recursos de información, acceso global, escalamiento masivo, capacidades para transacciones en tiempo real, y grandes cantidades de datos estructurados y no estructurados. Mientras que las oportunidades son masivas, también los son los desafíos éticos.

¿Quién está a cargo?

Entonces, las preguntas cargadas son estas: ¿Quién está a cargo? ¿Quién protegerá y guiará las fronteras morales? O, ¿podemos esperar que los asuntos morales sean resueltos orgánicamente con el tiempo? Mirando hacia legisladores y reguladores en busca de soluciones proactivas parece infructuoso por dos razones. Al igual que los líderes corporativos, ellos tampoco saben que es lo que aparecerá al otro lado de la esquina. Adicionalmente, legislar –incluso traducir las leyes actuales para que incluyan la tecnología en sus carpetas- ha sido difícil y lento. Los reguladores están luchando para poder abrazar el uso de drones mientras que la industria continua empujando con sus experimentos para estar lista para mañana.

Otro candidato viable serían los líderes corporativos, en su extensión ellos se pueden anticipar y están dispuestos a incorporar la cultura no material relevante para su misión. Pero las metas económicas de sus organizaciones pueden impedir que le den prioridad a profundizar en las consecuencias no materiales de sus acciones más allá del umbral de requerimientos de las leyes y regulaciones vigentes. Y también, hay señales esperanzadoras; por ejemplo, está reportado que Facebook ha adoptado la práctica de borrar las cuentas sospechosas de un crimen de manera que no pueda ocurrir mayor daño a la sociedad. Para uso investigativo, Yahoo se ha comprometido con el lanzamiento del caché más grande a la fecha de unos 20 millones de usuarios anónimos para que podamos aprender cómo grandes números de usuarios se comportan en línea.10 Y Alphabet ampliará la forma en que aplica el derecho-al-olvido de Europa para que los motores de búsqueda cumplan con los estrictos requerimientos de privacidad de la Unión Europea (UE).11

La imagen es aún más compleja cuando consideras el hecho que, como fue ilustrado por el caso Sony, la existencia corporativa puede estar cercanamente conectada a las guerras cibernéticas entre naciones (Corea del Norte y EEUU en el caso Sony). La propiedad de un asunto cultural no material se hace poco claro. ¿Debiera el gobierno de EEUU actuar en torno al hackeo de Sony, o debiera Sony autónomamente responder al compromiso producido a ellos por un gobierno extranjero? En los asuntos éticos sociales a nivel mundial, dibujar las fronteras en torno a una organización, una comunidad, una nación o incluso un continente falla en producir cualquier control significativo. El caso de la neutralidad de la red ilustra muy bien este punto. La neutralidad de la red se refiere a tener los mismos derechos de acceso entre todos los usuarios de Internet, independiente del usuario, el modo de acceso o la naturaleza de su uso. La idea detrás de la neutralidad de la red, es similar a la expectativa de los carriers comunes, tales como las utilidades que controlan las infraestructuras. La única diferencia, y la más impactante, es que la neutralidad de la red se refiere al mundo virtual que vive en la Internet y afecta prácticamente a todos los seres humanos y organizaciones alrededor del globo terráqueo.

En el pasado, el diálogo moral en el equivalente físico de la neutralidad de la red estaba muy presente en la regulación de las utilidades. Marshall se refirió al asunto global como control de las instalaciones esenciales. Él dio indicios de que los avances tecnológicos pueden “afectar el significado de dominio y el rol de las fuerzas libres de mercado”, y cuestionó si existe un punto en el cual el dominio de un mercado se torna tanto una parte de nuestra cultura esencial que podría cambiar el estatus de un recurso penetrante hacia uno de confianza pública.12

Pareciera que sólo el gobierno podría controlar asuntos de la neutralidad de la red a través de la regulación; sin embargo, hay muchos gobiernos alrededor del mundo para controlar un recurso global sin falencias y las diferencias en sus actitudes y comportamiento son problemáticas.

La iniciativa de Facebook de proveer acceso a recursos básicos de Internet (a través de su aplicación Free Basic) para los desventajados ha sido rechazada por las cortes indias sugiriendo que comprometen la neutralidad de la red.13 Entonces el jurado está afuera respecto a cómo nosotros, una comunidad mundial, va a lidiar con los asuntos de la neutralidad de la red. Si esto es un indicio de lo que trae el futuro, estamos destinados a enfrentar desafíos más grandes y difíciles, casi sin solución, rompecabezas éticos.

Notas

1 Badaracco, J. L., Jr.; “Business Ethics: Four Spheres of Executive Responsibility,” California Management Review, Spring 1992, p. 64-79
2 Freeman, R. D. E.; “The Politics of Stakeholder Theory,” Business Ethics Quarterly, vol. 4, 1994, p. 409-422
3 Martin, K. E.; R. E. Freeman; “The Separation of Technology and Ethics in Business Ethics,” Journal of Business Ethics, vol. 53, 2004, p. 353-364
4 The city of Flint, Michigan, USA, is currently enmeshed in this dilemma, which borders on a major crisis.
5 Op cit, Martin and Freeman, p. 354
6 Ogburn, W. F.; Social Change with Regard to Cultural and Original Nature, B. W. Huebsch, Inc, USA, 1966
7 Marshall, K. P.; “Has Technology Introduced New Ethical Problems?,” Journal of Business Ethics, vol. 19, 1999, p. 81-90
8 Ibid, p. 84
9 Buchholz, R. A.; S. B. Rosenthal, “Technology and Business: Rethinking the Moral Dilemma,” Journal of Business Ethics, vol. 41, p. 45-50
10 Dwoskin, E.; “Yahoo Releases Largest-ever Cache of Internet Data,” The Wall Street Journal, 14 January 2016, www.wsj.com/articles/yahoo-releases-largest-ever-cache-of-internet-data-1452819412
11 Barr, A.; S. Schechner; “Google Bends to European Pressure on Right to be Forgotten Rule,” The Wall Street Journal, 11 February 2016, www.wsj.com/articles/google-bends-to-european-pressure-on-right-to-be-forgotten-rule-1455231966
12 Op cit, Marshall, p. 88.
13 Soni, A.; “India Deals Blow to Facebook in People-powered ‘Net Neutrality’ Row,” The Guardian, 8 February 2016, www.theguardian.com/technology/2016/feb/08/india-facebook-free-basics-net-neutrality-row

Vasant Raval, DBA, CISA, ACMA
Es un profesor de contabilidad en la Universidad de Creighton (Omaha, Nebreska, EEUU). El coautor de dos libros sobre sistemas de información y seguridad, sus áreas de interés para la enseñanza e investigación incluyen la seguridad de la información y gobiernos corporativos. Las opiniones expresadas en esta columna son suyas y no de la Universidad de Creighton. Él puede ser contactado en vraval@creighton.edu.